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12 ¡Levántate, oh SEÑOR Dios;
alza tu mano!
No te olvides de los pobres.
13 ¿Por qué desprecia el impío a Dios? En su corazón piensa que tú no
lo llamarás a cuenta.
14 Ciertamente tú ves la vejación
y la provocación;
las miras para dar la recompensa.
A tus manos se acoge el desdichado;
tú eres el amparo del huérfano.

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